Escudo de las diferentes ordenes de los Carmelitas Calzados del mundo así como los de la Provincia Bética del Santísimo
Nombre de María, o Carmelitas Andaluces quienes se asentaron en Pamplona N.S Colombia entre los años de 1959– 1972 y dirigieron el Colegio Carmelitano
Tomado de:
Los Carmelitas españoles o de la Provincia Bética o andaluces
que regentaron el Colegio Carmelitano, entre el 15 de marzo de 1959 hasta el 11 de
enero de 1974.
Durante esos quince años poco hablaron de sí mismos y de la
orden a la cual pertenecían por lo cual muchos ignorábamos quienes eran y donde
venían simplemente los conocíamos como carmelitas, los padres carmelitas o los curas
carmelitas.
Para otros eran descalzos que en realidad no lo eran que ya eran calzados razón esta que nos debe de llevar a conocer
a estos religiosos que tanto influenciaron en la formación académica y moral de cientos
de jóvenes colombianos, venezolanos y de otras nacionalidades en la Nueva
Pamplona o la ciudad estudiantil por ello reproducimos aquí este excelente artículo
sobre esta comunidad religiosa publicado en http://www.andalupedia.es/p_termino_detalle.php?id_ter=4057
Orden religiosa. Religiosos pertenecientes a la
primitiva Orden del Carmen
nacida en el
Monte Carmelo
"o de San Elías", en Palestina, a
principios del siglo XIII. Desde el siglo XVI son también conocidos como
"calzados" para diferenciarlos de los "descalzos" de la
misma orden, denominación que actualmente se encuentra en desuso.
Los carmelitas,
ermitaños en su origen, adoptan como Regla una formula vitae redactada en 1209
por San Alberto de Jerusalén. Los constantes ataques árabes obligan a estos
eremitas a
trasladarse a
Europa a
mediados del siglo XIII, momento en el que han de acomodarse al
nuevo estilo de los mendicantes.
En 1247 Inocencio IV les adapta la primitiva Regla ya como
orden religiosa. La aparición de la Virgen al VI
General de la Orden San Simón Stock en 1251 y la
entrega del Santo Escapulario del Carmen
como distintivo se considera como un cierto refrendo de la nueva modalidad
adoptada, así como un hito significativo en una de las devociones mas
arraigadas en la religiosidad popular.
El punto de partida de la Orden en España hay que situarlo en
el Capítulo General de Londres de 1254. "Los carmelitas
penetraron por la banda oriental "escribe el historiador Balbino Velasco
en Historia del Carmelo
español ". Los primeros asentamientos se debieron, en buena parte, a la
protección dispensada por los monarcas de la Corona de Aragón
(1213-1276)".
En Perpiñán, ciudad catalana perdida para España en 1659 por
el Tratado de los Pirineos, se erige el primer convento español, la punta de
lanza de la penetración carmelitana en la Península Ibérica desde la Provenza
francesa. La fecha fundacional debe situarse entre 1265 y 1269.
En las Constituciones
de 1281 los conventos
de Huesca, Sangüesa, Lérida y
Valencia aparecen integrados en la
Provincia de Yspania. El primer convento andaluz
se funda en la localidad onubense de Gibraleón entre 1306 y 1320.
Su origen no obedece al afán
expansionista de la orden por las tierras del
sur, sino a la
obra personal del infante de la Cerda don Alfonso, señor de estos términos,
quien tiene a bien
hacer honra y
merced a
la Orden del Carmen
edificando un monasterio "a loor e onor
de Dios e
de la Virgen Santa María su madre". Casi con toda seguridad los frailes
del Carmen
provienen de la
provincia francesa de Aquitania por la vinculación del infante de la Cerda
con la nación vecina o,
según otra hipótesis, del Reino de Aragón, cuya Corona abraza la causa de don
Alfonso.
La Provincia Bética. Pronto, en 1358, los frailes
de Gibraleón son animados por el rey Pedro I
a
fundar un convento en Sevilla, que desde aquel momento se constituye como la Casa
Grande de la orden en Andalucía. Corre el año 1416 cuando, coincidiendo con el
Capítulo General de Narbona (Francia), que sitúa a los conventos
andaluces en el nuevo mapa
del Carmelo
español dentro de la
Provincia de Castilla,
la Orden llega a Escacena del
Campo (Huelva)
de la mano
de "los tres frailes
Alonsos" "Alonso de Triana,
Alonso de San Vicente
y
Alonso de San Lorenzo" y el
procurador fray Diego,
quienes toman posesión de una retirada ermita dedicada a la Virgen de
Luna.
El cuarto convento andaluz,
establecido en Écija (Sevilla), data de 1429, una época de crisis para el Carmelo
español que desembocaría en el nacimiento
de la
Provincia Bética. "Durante el provincianato de Juan de San Miguel
tendría lugar otro acontecimiento importante que contribuiría a hacer
mas precario aún el estado de la
provincia [castellana]: la separación de la misma de los conventos
andaluces "escribe el padre Pablo María Garrido en Historia de la
Provincia de Castilla ".
La distancia entre conventos
de una y
otra parte tuvo que hacer realmente difícil tanto la asistencia de los priores y
socios andaluces a los
capítulos como la visita de los provinciales a los conventos
de éstos últimos". Razones parecidas esgrimiría la bula de separación del
papa Alejandro VI, firmada en Roma el 28 de febrero de 1499, por la que se
procede a
la
independencia de la
provincia, acordada un año antes. La
Provincia de Castilla
pasa a
ocupar el 22º lugar y la
Bética el 23º de toda la orden. "La nueva provincia de Andalucía mostró
una actividad sorprendente en cuanto al
número de fundaciones en relación con las otras y con
etapas anteriores", escribe Balbino Velasco.
Espíritu contemplativo. Los carmelitas
andaluces eligen para sus conventos
lugares apartados de la ciudad, preferentemente ermitas: Jaén (1511), Antequera
(1513), Trigueros
(1522), San
Juan del Puerto (1529), Córdoba (1542) y
Alcalá de Guadaira (1549). Sólo a
partir de 1552, aunque al
principio se prefieren extramuros de la ciudad "Utrera (1555), Alhama de Granada
(1579), Jerez
de la Frontera (1586)", la incorporación a la vida
social de la época es imperativo de la misma Iglesia. Granada
(1552), Carmona
(1555), Castro del Río (1555), Aracena,
Villalba del Alcor, Murcia
(dependiente de la Bética)" son fundaciones de actividad intermedia:
contemplación-acción. Cuando a
principios del siglo XVII se erigen grandes centros de estudios para sus
religiosos (San Alberto, en Sevilla, y San Roque,
en Córdoba), la
provincia se cree obligada a
fundar un Desierto
(El Carmelo
del Juncal, entre Olvera y
Zahara) y
dos
casas de estricta observancia (Santa Teresa, en la Cruz del Campo de
Sevilla, y
Sanlúcar de Barrameda), con el fin de conservar el más preciado legado del
Carmelo: su espíritu contemplativo.
La oración, pues, y el
estudio serán las bases fundamentales sobre las que se desarrolle el carisma
propio de la Orden: evangelizar a los
pueblos y
propagar la devoción de la Virgen, de la que se titulan Hermanos, por un
sagrado lazo que les une con nostalgia al
lejano Monte Carmelo.
Un documento que demuestra la gran implantación de la Orden
en Andalucía es la estadística que en 1674 contabiliza 25 conventos
y
868 carmelitas
en la
Provincia Bética, religiosos que realizarán una importante contribución a la
cultura del pueblo andaluz.
Entre sus hombres más prestigiosos (literatos,
venerables") se encuentran: el
sevillano fray Pedro de Carranza * , primer obispo de Buenos Aires; el
malagueño fray Juan de Llamas, obispo, gobernador
y
capitán general de Panamá; los cordobeses fray Juan Félix Girón, fray Agustín
Núñez Delgadillo
y
Miguel de Cárdenas, obispo de Ciudad Rodrigo; el
sevillano fray Antonio
Vázquez de Espinosa, "el mejor y más
completo historiador de Indias"; el también sevillano fray Juan de las
Ruelas, el primer tratadista de estética mariana, en el que sin duda los
artistas del siglo XVII han de inspirarse para representar a la
Virgen.
Asimismo, hay que reseñar su pervivencia en las innumerables
hermandades y
cofradías carmelitanas, en las fiestas
marineras de los pueblos costeros, la toponimia de los barrios,
calles, plazas" Una influencia que se extiende allende el Atlántico, ya
que toda Hispanoamérica debe su carmelitanismo a los frailes y
conquistadores andaluces.
Exclaustración. La Ley de
Mendizábal de 1835 reduce a
escombros la mayoría de sus conventos.
De los 1.940 conventos
de frailes
que existen por entonces en España con 30.906 religiosos, según estadística de
la Real Junta Eclesiástica, 78 conventos
pertenecientes a la
Orden del Carmen
son enajenados y 1.078
carmelitas
son arrojados a la calle,
sin contar monjas ni descalzos.
Archivos, bibliotecas, obras de arte de
incalculable valor tan celosamente guardados durante siglos desaparecen o se
exponen en el extranjero. De sus despojos aún quedan algunos restos, como el retablo
de Valdés Leal en Córdoba o las
esculturas de Montañés y Alonso Cano
en Buen Suceso (Sevilla).
Después de cuarenta años de exclaustración, los carmelitas
dan comienzo a su
restauración, en la que juegan un papel esencial el andaluz
Ildefonso Caballo
"que obtiene del gobierno español permiso para abrir casa en
Jerez" y el
arzobispo de Sevilla Joaquín Lluch Garriga, quien devuelve a la
Orden el antiguo templo jerezano
del Carmen,
ocupado hasta entonces por el ejército y que,
una vez remozado, abre sus puertas para recibir de forma triunfal la bellísima
imagen de Nuestra Señora del Carmen,
acompañada de un grupo de
frailes
que por vez primera, tras 45 años de exilio,
portan su capa blanca e
inauguran oficialmente la restauración española.
Son las 5 de la tarde
de un 10 de abril de 1880. Hinojosa del Duque, Osuna y
Sevilla son los nuevos Cármenes que abren sus puertas. En 1906 es de nuevo
Provincia. Y es
tal el empuje de la restauración que los carmelitas
andaluces marchan a
Portugal, Brasil y
Polonia.
Tras la Guerra Civil se funda en Madrid, Tomelloso, Venezuela
y
Colombia, casas que dependen de la
Provincia Carmelitana de Andalucía. Actualmente, cuenta con 14 casas, entre
las que se encuentran las de Antequera,
Córdoba, Granada,
Hinojosa
del Duque, Jerez de la
Frontera, Osuna y
Sevilla, sede del Gobierno provincial, y
alrededor de 88 miembros, dedicados a la
enseñanza en los colegios y a la
acción pastoral.
Monjas carmelitas. Aunque aparecen en Europa casi al
mismo tiempo
que los frailes
con el nombre de beatas, oficialmente nacen mediante la bula Cum nulla de
Nicolás V
y
son fundadas por el beato Juan Soreth, General de la Orden.
El primer monasterio de monjas carmelitas
en Andalucía "y casi con toda seguridad en España", Nuestra Señora de
los Remedios, se establece en Écija hacia 1450. Es en principio beaterio, sin obligación
de clausura, como todos los monasterios de monjas antes de Trento. Desde aquí las monjas
salen para fundar numerosos conventos
en diferentes lugares, hasta el punto que es considerado la "Casa
Madre" de los primitivos monasterios andaluces. Sus antiquísimas casas en
Sevilla "que adquiere gran protagonismo en la fundación en
Filipinas", Aracena, Utrera,
Granada
o Antequera
constituyen el más vivo ejemplo de fidelidad al
espíritu carmelita, con más de un centenar de monjas que viven de un laborioso trabajo
manual de bordados, dulces e
incluso en huertas.
Capítulo aparte merecen beaterios como los de Calañas (Huelva)
y el
Hospital
de Mujeres de Cádiz, desaparecidos tras la exclaustración, que albergan en
otras épocas carmelitas
de vida
activa y
dedicadas a
obras asistenciales. Un espíritu que han recogido otras congregaciones modernas
como las Carmelitas
de la Caridad, las Carmelitas
Misioneras e
incluso las Carmelitas
de Málaga. [Javier Vidal Vega].
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