miércoles, 1 de abril de 2015

CARMELITAS


Escudo de las diferentes ordenes de los  Carmelitas Calzados del mundo así como los de la   Provincia Bética del Santísimo  Nombre de María, o Carmelitas Andaluces quienes se  asentaron en Pamplona N.S Colombia entre los años de  1959– 1972 y dirigieron el Colegio Carmelitano

Tomado de:

Los Carmelitas españoles o de la Provincia Bética o andaluces que regentaron el Colegio Carmelitano,  entre el 15 de marzo de 1959 hasta el 11 de enero de 1974.
Durante esos quince años poco hablaron de sí mismos y de la orden a la cual pertenecían por lo cual muchos ignorábamos quienes eran y donde venían simplemente los conocíamos como carmelitas, los padres carmelitas o los curas carmelitas.

Para otros eran descalzos que en realidad no lo eran que ya eran  calzados razón esta  que  nos debe de  llevar a   conocer a estos religiosos que tanto influenciaron  en la formación académica y moral de cientos de jóvenes colombianos, venezolanos y de otras nacionalidades en la Nueva Pamplona o la ciudad estudiantil por ello  reproducimos aquí este excelente artículo sobre  esta comunidad religiosa publicado en  http://www.andalupedia.es/p_termino_detalle.php?id_ter=4057

Orden religiosa. Religiosos pertenecientes a la primitiva Orden del Carmen nacida en el Monte Carmelo "o de San Elías", en Palestina, a principios del siglo XIII. Desde el siglo XVI son también conocidos como "calzados" para diferenciarlos de los "descalzos" de la misma orden, denominación que actualmente se encuentra en desuso.

Los carmelitas, ermitaños en su origen, adoptan como Regla una formula vitae redactada en 1209 por San Alberto de Jerusalén. Los constantes ataques árabes obligan a estos eremitas a trasladarse a Europa a mediados del siglo XIII, momento en el que han de acomodarse al nuevo estilo de los mendicantes.

En 1247 Inocencio IV les adapta la primitiva Regla ya como orden religiosa. La aparición de la Virgen al VI General de la Orden San Simón Stock en 1251 y la entrega del Santo Escapulario del Carmen como distintivo se considera como un cierto refrendo de la nueva modalidad adoptada, así como un hito significativo en una de las devociones mas arraigadas en la religiosidad popular.

El punto de partida de la Orden en España hay que situarlo en el Capítulo General de Londres de 1254. "Los carmelitas penetraron por la banda oriental "escribe el historiador Balbino Velasco en Historia del Carmelo español ". Los primeros asentamientos se debieron, en buena parte, a la protección dispensada por los monarcas de la Corona de Aragón (1213-1276)".

En Perpiñán, ciudad catalana perdida para España en 1659 por el Tratado de los Pirineos, se erige el primer convento español, la punta de lanza de la penetración carmelitana en la Península Ibérica desde la Provenza francesa. La fecha fundacional debe situarse entre 1265 y 1269.

 En las Constituciones de 1281 los conventos de Huesca, Sangüesa, Lérida y Valencia aparecen integrados en la Provincia de Yspania. El primer convento andaluz se funda en la localidad onubense de Gibraleón entre 1306 y 1320. Su origen no obedece al afán expansionista de la orden por las tierras del sur, sino a la obra personal del infante de la Cerda don Alfonso, señor de estos términos, quien tiene a bien hacer honra y merced a la Orden del Carmen edificando un monasterio "a loor e onor de Dios e de la Virgen Santa María su madre". Casi con toda seguridad los frailes del Carmen provienen de la provincia francesa de Aquitania por la vinculación del infante de la Cerda con la nación vecina o, según otra hipótesis, del Reino de Aragón, cuya Corona abraza la causa de don Alfonso.

La Provincia Bética. Pronto, en 1358, los frailes de Gibraleón son animados por el rey Pedro I a fundar un convento en Sevilla, que desde aquel momento se constituye como la Casa Grande de la orden en Andalucía. Corre el año 1416 cuando, coincidiendo con el Capítulo General de Narbona (Francia), que sitúa a los conventos andaluces en el nuevo mapa del Carmelo español dentro de la Provincia de Castilla, la Orden llega a Escacena del Campo (Huelva) de la mano de "los tres frailes Alonsos" "Alonso de Triana, Alonso de San Vicente y Alonso de San Lorenzo" y el procurador fray Diego, quienes toman posesión de una retirada ermita dedicada a la Virgen de Luna.

El cuarto convento andaluz, establecido en Écija (Sevilla), data de 1429, una época de crisis para el Carmelo español que desembocaría en el nacimiento de la Provincia Bética. "Durante el provincianato de Juan de San Miguel tendría lugar otro acontecimiento importante que contribuiría a hacer mas precario aún el estado de la provincia [castellana]: la separación de la misma de los conventos andaluces "escribe el padre Pablo María Garrido en Historia de la Provincia de Castilla ".

La distancia entre conventos de una y otra parte tuvo que hacer realmente difícil tanto la asistencia de los priores y socios andaluces a los capítulos como la visita de los provinciales a los conventos de éstos últimos". Razones parecidas esgrimiría la bula de separación del papa Alejandro VI, firmada en Roma el 28 de febrero de 1499, por la que se procede a la independencia de la provincia, acordada un año antes. La Provincia de Castilla pasa a ocupar el 22º lugar y la Bética el 23º de toda la orden. "La nueva provincia de Andalucía mostró una actividad sorprendente en cuanto al número de fundaciones en relación con las otras y con etapas anteriores", escribe Balbino Velasco.

Espíritu contemplativo.  Los carmelitas andaluces eligen para sus conventos lugares apartados de la ciudad, preferentemente ermitas: Jaén (1511), Antequera (1513), Trigueros (1522), San Juan del Puerto (1529), Córdoba (1542) y Alcalá de Guadaira (1549). Sólo a partir de 1552, aunque al principio se prefieren extramuros de la ciudad "Utrera (1555), Alhama de Granada (1579), Jerez de la Frontera (1586)", la incorporación a la vida social de la época es imperativo de la misma Iglesia. Granada (1552), Carmona (1555), Castro del Río (1555), Aracena, Villalba del Alcor, Murcia (dependiente de la Bética)" son fundaciones de actividad intermedia: contemplación-acción. Cuando a principios del siglo XVII se erigen grandes centros de estudios para sus religiosos (San Alberto, en Sevilla, y San Roque, en Córdoba), la provincia se cree obligada a fundar un Desierto (El Carmelo del Juncal, entre Olvera y Zahara) y dos casas de estricta observancia (Santa Teresa, en la Cruz del Campo de Sevilla, y Sanlúcar de Barrameda), con el fin de conservar el más preciado legado del Carmelo: su espíritu contemplativo.

La oración, pues, y el estudio serán las bases fundamentales sobre las que se desarrolle el carisma propio de la Orden: evangelizar a los pueblos y propagar la devoción de la Virgen, de la que se titulan Hermanos, por un sagrado lazo que les une con nostalgia al lejano Monte Carmelo.

Un documento que demuestra la gran implantación de la Orden en Andalucía es la estadística que en 1674 contabiliza 25 conventos y 868 carmelitas en la Provincia Bética, religiosos que realizarán una importante contribución a la cultura del pueblo andaluz.

Entre sus hombres más prestigiosos (literatos, venerables") se encuentran: el sevillano fray Pedro de Carranza * , primer obispo de Buenos Aires; el malagueño fray Juan de Llamas, obispo, gobernador y capitán general de Panamá; los cordobeses fray Juan Félix Girón, fray Agustín Núñez Delgadillo y Miguel de Cárdenas, obispo de Ciudad Rodrigo; el sevillano fray Antonio Vázquez de Espinosa, "el mejor y más completo historiador de Indias"; el también sevillano fray Juan de las Ruelas, el primer tratadista de estética mariana, en el que sin duda los artistas del siglo XVII han de inspirarse para representar a la Virgen.

Asimismo, hay que reseñar su pervivencia en las innumerables hermandades y cofradías carmelitanas, en las fiestas marineras de los pueblos costeros, la toponimia de los barrios, calles, plazas" Una influencia que se extiende allende el Atlántico, ya que toda Hispanoamérica debe su carmelitanismo a los frailes y conquistadores andaluces.

Exclaustración.  La Ley de Mendizábal de 1835 reduce a escombros la mayoría de sus conventos. De los 1.940 conventos de frailes que existen por entonces en España con 30.906 religiosos, según estadística de la Real Junta Eclesiástica, 78 conventos pertenecientes a la Orden del Carmen son enajenados y 1.078 carmelitas son arrojados a la calle, sin contar monjas ni descalzos.

Archivos, bibliotecas, obras de arte de incalculable valor tan celosamente guardados durante siglos desaparecen o se exponen en el extranjero. De sus despojos aún quedan algunos restos, como el retablo de Valdés Leal en Córdoba o las esculturas de Montañés y Alonso Cano en Buen Suceso (Sevilla).

Después de cuarenta años de exclaustración, los carmelitas dan comienzo a su restauración, en la que juegan un papel esencial el andaluz Ildefonso Caballo "que obtiene del gobierno español permiso para abrir casa en Jerez" y el arzobispo de Sevilla Joaquín Lluch Garriga, quien devuelve a la Orden el antiguo templo jerezano del Carmen, ocupado hasta entonces por el ejército y que, una vez remozado, abre sus puertas para recibir de forma triunfal la bellísima imagen de Nuestra Señora del Carmen, acompañada de un grupo de frailes que por vez primera, tras 45 años de exilio, portan su capa blanca e inauguran oficialmente la restauración española.

Son las 5 de la tarde de un 10 de abril de 1880. Hinojosa del Duque, Osuna y Sevilla son los nuevos Cármenes que abren sus puertas. En 1906 es de nuevo Provincia. Y es tal el empuje de la restauración que los carmelitas andaluces marchan a Portugal, Brasil y Polonia.

Tras la Guerra Civil se funda en Madrid, Tomelloso, Venezuela y Colombia, casas que dependen de la Provincia Carmelitana de Andalucía. Actualmente, cuenta con 14 casas, entre las que se encuentran las de Antequera, Córdoba, Granada, Hinojosa del Duque, Jerez de la Frontera, Osuna y Sevilla, sede del Gobierno provincial, y alrededor de 88 miembros, dedicados a la enseñanza en los colegios y a la acción pastoral.

Monjas carmelitas. Aunque aparecen en Europa casi al mismo tiempo que los frailes con el nombre de beatas, oficialmente nacen mediante la bula Cum nulla de Nicolás V y son fundadas por el beato Juan Soreth, General de la Orden.

El primer monasterio de monjas carmelitas en Andalucía "y casi con toda seguridad en España", Nuestra Señora de los Remedios, se establece en Écija hacia 1450. Es en principio beaterio, sin obligación de clausura, como todos los monasterios de monjas antes de Trento. Desde aquí las monjas salen para fundar numerosos conventos en diferentes lugares, hasta el punto que es considerado la "Casa Madre" de los primitivos monasterios andaluces. Sus antiquísimas casas en Sevilla "que adquiere gran protagonismo en la fundación en Filipinas", Aracena, Utrera, Granada o Antequera constituyen el más vivo ejemplo de fidelidad al espíritu carmelita, con más de un centenar de monjas que viven de un laborioso trabajo manual de bordados, dulces e incluso en huertas.


Capítulo aparte merecen beaterios como los de Calañas (Huelva) y el Hospital de Mujeres de Cádiz, desaparecidos tras la exclaustración, que albergan en otras épocas carmelitas de vida activa y dedicadas a obras asistenciales. Un espíritu que han recogido otras congregaciones modernas como las Carmelitas de la Caridad, las Carmelitas Misioneras e incluso las Carmelitas de Málaga. [Javier Vidal Vega].

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